Este "Volviendo del fuego" es un boceto con Manuel Cortada con la percusión y Javier Guillén en la guitarra acústica.
Algunas de las cuestiones sobre las que siempre he merodeado en torno a la música han sido las vinculadas con la Identidad, fundamentalmente las relativas a la ausencia de raíces en la música tradicional de las que partir, pues si toda ética en lo personal o moral en lo colectivo crea su propia estética la intoxicación folclórica a la que nos sometía el régimen cultural en aquellos años obtuvo que la música tradicional estuviera alejada de los circuitos comerciales y que además en Madrid el acervo en este sentido fuera tan pobre como rancio. Ni el flamenco, entonces también marginal, ni la canción popular tenían hueco en la estética musical de la dictadura.
No fue hasta los años 90´ en los que, por el agotamiento y la sobre explotación de esos modelos estéticos, la industria no buscó nuevos yacimientos que mantuvieran o impulsaran el mercado, lo que vinieron a encontrarse en algo más orgánico que se denominó "lo étnico", favorecido sin duda por el incipiente marco globalizador en todos los órdenes. Fue el momento en el que también las discográficas, con respecto al fenómeno de la copia digital o “piratería” entendieron en principio que ésta no era sino una excelente herramienta de promoción de sus artistas, no calibrando las consecuencias que iba a tener a medio y largo plazo. Es más, algunas de las compañías compartieron holding con empresas que producían los equipos de copiado. La “música enlatada” se había plegado desde hace años a los soportes de reproducción mecánica, pero con la llegada del soporte digital, junto a Internet, se había llegado al paroxismo y a lo paradójico al contemplar como “el medio” suplantaba “el mensaje”, lo que trajo como consecuencia inexorable que los productos – los discos- perdieran su valor porque ya no tuvieran precio.
Algunas de las cuestiones sobre las que siempre he merodeado en torno a la música han sido las vinculadas con la Identidad, fundamentalmente las relativas a la ausencia de raíces en la música tradicional de las que partir, pues si toda ética en lo personal o moral en lo colectivo crea su propia estética la intoxicación folclórica a la que nos sometía el régimen cultural en aquellos años obtuvo que la música tradicional estuviera alejada de los circuitos comerciales y que además en Madrid el acervo en este sentido fuera tan pobre como rancio. Ni el flamenco, entonces también marginal, ni la canción popular tenían hueco en la estética musical de la dictadura.
Además, la música como
actividad escolar estaba proscrita de las escuelas e institutos al no
contemplarse en los planes de estudios reglados, por lo que sólo
aquellos que mostraran mucho interés y su familia se lo pudiera
permitir podían acercarse a los conservatorios, que además
circunscribían su actividad bajo la técnica de la tabula-rasa.
En ese contexto el
ambiente cultural musical fue perfectible a través de la
“colonización cultural” que inevitablemente se produjo emboscada
en los aires de “libertad y consumo”. Nuestra incultura,
fundamentada en la ausencia o negación de nuestras raíces, abrazó
los modos foráneos en busca de una identidad que aquí no se podía
encontrar.
Con los "Apuntes del Corno" me atreví a "tocar" una darbuka que pillé en Tetúan, añadiendo al final una pequeña "cornetilla" o Corno muy tosca, fabricada con cuerno de cabra, embocadura de caña con lengüeta y 5 orificios hecha en Túnez.
Darbuka |
Corno |
Con los "Apuntes del Corno" me atreví a "tocar" una darbuka que pillé en Tetúan, añadiendo al final una pequeña "cornetilla" o Corno muy tosca, fabricada con cuerno de cabra, embocadura de caña con lengüeta y 5 orificios hecha en Túnez.
Ya en los 70´el flamenco
comenzó a reconocerse y se revolucionó tanto en el cante como en la
guitarra. La canción popular también se dignificó por aquellos
nuevos juglares llamados cantautores, que toscamente musicaron a los
poetas proscritos a través de lo que se dio en llamar “la canción
protesta” muy vinculada al contexto político del momento. Pero,
¿qué ocurría con la música?.
En lo musical, la cultura
anglosajona había trascendido evolutivamente sus profundas raíces
étnicas y folclóricas y en connivencia con la tecnología para la
instrumentación e interpretación había dado lugar a sonidos y
estilos distintos, como el rock y el jazz en USA o el pop en UK.
En ese contexto tanto esos
estilos como su estética fueron asumidos aquí para ayudar a
establecer otra ética y otra moral, algo que se materializó
infructuosamente a tenor de lo visto con el paso de todos estos años.
En este evocador "Étnico 1" utilicé Calimba y Palo de Agua, ámbos de Brasil, junto con "sonidos distantes" para la guitarra del FX 900 de Yamaha.
Calimba |
Palo de agua |
En este evocador "Étnico 1" utilicé Calimba y Palo de Agua, ámbos de Brasil, junto con "sonidos distantes" para la guitarra del FX 900 de Yamaha.
No fue hasta los años 90´ en los que, por el agotamiento y la sobre explotación de esos modelos estéticos, la industria no buscó nuevos yacimientos que mantuvieran o impulsaran el mercado, lo que vinieron a encontrarse en algo más orgánico que se denominó "lo étnico", favorecido sin duda por el incipiente marco globalizador en todos los órdenes. Fue el momento en el que también las discográficas, con respecto al fenómeno de la copia digital o “piratería” entendieron en principio que ésta no era sino una excelente herramienta de promoción de sus artistas, no calibrando las consecuencias que iba a tener a medio y largo plazo. Es más, algunas de las compañías compartieron holding con empresas que producían los equipos de copiado. La “música enlatada” se había plegado desde hace años a los soportes de reproducción mecánica, pero con la llegada del soporte digital, junto a Internet, se había llegado al paroxismo y a lo paradójico al contemplar como “el medio” suplantaba “el mensaje”, lo que trajo como consecuencia inexorable que los productos – los discos- perdieran su valor porque ya no tuvieran precio.
Pero fue esa apertura
hacia "lo étnico", en concreto la referida a los ritmos y el sonido de los
instrumentos que se utilizaban en nuestro próximo entorno -fundamentalmente del Magreb y del
África subsahariana- lo que me sedujo y no tanto el necesario trabajo arqueológico de recuperación de las raíces de nuestro propio folclore, dadas mis limitaciones en el manejo del lenguaje musical, abriéndose con ello una vía por la que transitar que transcurrió paralela en aquellos años a la
habitual y cotidiana del pop y del rock que diera lugar en el 96´ a “Transidos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario