César Pírez |
Cuando sólo aquello que nos traslada
nos emociona, cuando distinguimos una luz entre las brumas del
recuerdo, cuando una huella se nos hace reconocible, … a todo ello
evocan estos “Instantes sin rostro”. Javier Franco hizo la
guitarra eléctrica y César Pírez desde Almería el banjo. Luis Jose Rivera toda
la instrumentación y arreglos.
INSTANTES SIN ROSTRO
Cómo
volver a empezar
un sueño sin despertar
bruma que oculta lo incierto
que despista al caminar
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.
un sueño sin despertar
bruma que oculta lo incierto
que despista al caminar
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.
Son instantes sin rostro
espacios sin ocupar
un azote del viento
que doblega la voluntad.
Pasajes de un laberinto
que llaman eternidad
ríos que llenan vacíos
de infelicidad
Palabras que borran sentido
de aquí para allá.
Y cómo volver a empezar
un sueño sin despertar
si en vano tienta un deseo
imposible de concretar
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.
Son instantes sin rostro
espacios sin ocupar
un azote del viento
que doblega la voluntad
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.
Estas son algunas reflexiones sobre el momento de la música en Sevilla, como es un poco largo tendrá varias entregas durante algunas de las próximas entradas.
LA MÚSICA POPULAR EN
EL CONTEXTO CULTURAL DE SEVILLA I
1. Antecedentes.
Sevilla
es una ciudad en la que malviven un importante colectivo de personas
que centran su actividad profesional en torno a la música en
cualquiera de sus múltiples facetas.
La
evolución que se ha producido en esta ciudad desde los años 80´
del pasado siglo, tanto a través de la planificación urbanística,
las nuevas infraestructuras, la dotación de servicios, la promoción
y proyección internacional turística, etc. no ha ido acompañada
con la promoción del valor cultural añadido que entrañaría la
apertura a nuevas formas que existen de expresión propias, a la
estimación y el apoyo explícito a ese “capital humano” que
tiene por actividad la cultura en general y la música en particular.
El potencial humano y creativo existe con marcadas señas de
identidad propias, singulares, pero no ha recibido durante la época
de suficiencia económica el apoyo suficiente desde el sector
público, ni por supuesto tampoco desde el privado.
Esta
ciudad tiene su identidad y su cultura secuestrada por la rancia
tradición de dos eventos: la Semana Santa y la Feria de Abril, que
no hacen sino mostrar que, a pesar del transcurrir histórico,
continúan dominando sobre ella tanto el poder económico de los
señoritos feriantes, ya no de ganado sino de personas, como el poder
fáctico de la Iglesia a través de la representación de ritos
católicos. En esto los diferentes gobiernos municipales de izquierda
no sólo se han plegado a la situación sino que incluso han limitado
cualquier intento de promocionar otro tipo de actividades de
expresión cultural distintas, de apostar por ampliar si se quiere la
oferta cultural que la ciudad pudiera ofrecer, enriqueciéndola. A lo
sumo, han patrocinado actividades culturales vinculadas con la música
por intereses espurios y coyunturales, vinculados al interés
particular o al rédito político electoral. Actos efímeros que
repartían las migajas del presupuesto entre los artistas ya
consagrados o con renombre, que lo fueron porque así se les
reconoció previamente fuera de esta ciudad y nunca dentro de ella.
Sevilla
es una ciudad en la que hay un potencial artístico desde los finales
de los 60´ muy por encima de cualquier otra ciudad de España si
exceptuamos los períodos de los 70´ en Barcelona por su cercanía
con Europa, y en los 80´, en Madrid, con “la movida”. Ambos
fenómenos se dieron porque existía en ambas ciudades el potencial
creativo y humano para que la burguesía decidiera diversificar sus
inversiones económicas en otros sectores y, entre ellos, el cultural
referido a la música; en el primer caso por una cuestión
reivindicativa de la propia identidad catalana frente a la España
cañí y, en el segundo, por oportunismo y visión simplemente
comercial o industrial, pero en ambos casos por mimetismo al asumir
las corrientes o fenómenos culturales modernos o posmodernos que se
daban paralelamente en muchas ciudades importantes del mundo.
Pero
Sevilla fue la excepción. No ocurrió nada de esto y se mantuvo
culturalmente anclada en el Barroco y en el mercado mular del siglo
XIX.
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