Pot TRANSIDO

El sonido, su articulación- ocasionalmente en torno a un texto-, su interpretación, en compañía.
Registrarlo, editarlo, mezclarlo... hacia un único fin: música.
Y luego, compartirlo.


ANOTACIONES SOBRE LAS PROPIAS VIVENCIAS CON EL SONIDO Y LA MÚSICA

jueves, 24 de diciembre de 2015

PASOS INCIERTOS 4

César Pírez
Cuando sólo aquello que nos traslada nos emociona, cuando distinguimos una luz entre las brumas del recuerdo, cuando una huella se nos hace reconocible, … a todo ello evocan estos “Instantes sin rostro”. Javier Franco hizo la guitarra eléctrica y César Pírez desde Almería el banjo. Luis Jose Rivera toda la instrumentación y arreglos.



INSTANTES SIN ROSTRO

Cómo volver a empezar
un sueño sin despertar
bruma que oculta lo incierto
que despista al caminar
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.

Son instantes sin rostro
espacios sin ocupar
un azote del viento
que doblega la voluntad.

Pasajes de un laberinto
que llaman eternidad
ríos que llenan vacíos
de infelicidad
Palabras que borran sentido
de aquí para allá.

Y cómo volver a empezar
un sueño sin despertar
si en vano tienta un deseo
imposible de concretar
un eco perdido del tiempo
que viene y que va.

Son instantes sin rostro
espacios sin ocupar
un azote del viento
que doblega la voluntad
un eco perdido del tiempo
que viene y que va. 

Estas son algunas reflexiones sobre el momento de la música en Sevilla, como es un poco largo tendrá varias entregas durante algunas de las próximas entradas.


LA MÚSICA POPULAR EN EL CONTEXTO CULTURAL DE SEVILLA  I

1. Antecedentes.

Sevilla es una ciudad en la que malviven un importante colectivo de personas que centran su actividad profesional en torno a la música en cualquiera de sus múltiples facetas.

La evolución que se ha producido en esta ciudad desde los años 80´ del pasado siglo, tanto a través de la planificación urbanística, las nuevas infraestructuras, la dotación de servicios, la promoción y proyección internacional turística, etc. no ha ido acompañada con la promoción del valor cultural añadido que entrañaría la apertura a nuevas formas que existen de expresión propias, a la estimación y el apoyo explícito a ese “capital humano” que tiene por actividad la cultura en general y la música en particular. El potencial humano y creativo existe con marcadas señas de identidad propias, singulares, pero no ha recibido durante la época de suficiencia económica el apoyo suficiente desde el sector público, ni por supuesto tampoco desde el privado.

Esta ciudad tiene su identidad y su cultura secuestrada por la rancia tradición de dos eventos: la Semana Santa y la Feria de Abril, que no hacen sino mostrar que, a pesar del transcurrir histórico, continúan dominando sobre ella tanto el poder económico de los señoritos feriantes, ya no de ganado sino de personas, como el poder fáctico de la Iglesia a través de la representación de ritos católicos. En esto los diferentes gobiernos municipales de izquierda no sólo se han plegado a la situación sino que incluso han limitado cualquier intento de promocionar otro tipo de actividades de expresión cultural distintas, de apostar por ampliar si se quiere la oferta cultural que la ciudad pudiera ofrecer, enriqueciéndola. A lo sumo, han patrocinado actividades culturales vinculadas con la música por intereses espurios y coyunturales, vinculados al interés particular o al rédito político electoral. Actos efímeros que repartían las migajas del presupuesto entre los artistas ya consagrados o con renombre, que lo fueron porque así se les reconoció previamente fuera de esta ciudad y nunca dentro de ella.

Sevilla es una ciudad en la que hay un potencial artístico desde los finales de los 60´ muy por encima de cualquier otra ciudad de España si exceptuamos los períodos de los 70´ en Barcelona por su cercanía con Europa, y en los 80´, en Madrid, con “la movida”. Ambos fenómenos se dieron porque existía en ambas ciudades el potencial creativo y humano para que la burguesía decidiera diversificar sus inversiones económicas en otros sectores y, entre ellos, el cultural referido a la música; en el primer caso por una cuestión reivindicativa de la propia identidad catalana frente a la España cañí y, en el segundo, por oportunismo y visión simplemente comercial o industrial, pero en ambos casos por mimetismo al asumir las corrientes o fenómenos culturales modernos o posmodernos que se daban paralelamente en muchas ciudades importantes del mundo.

Pero Sevilla fue la excepción. No ocurrió nada de esto y se mantuvo culturalmente anclada en el Barroco y en el mercado mular del siglo XIX.

Para aquellos que no lo sepan, a mediados de los 70´ Sevilla exportaba su cultura hacia Madrid, Barcelona y al resto del Estado, en aquellos críticos años en que se quería despertar de la pesadilla de la dictadura, a través del cante Flamenco en sus esencias y también por el llamado rock andaluz. En Madrid se hablaba de Sevilla como de la California del Sur y desde aquí se contribuyó a conformar señas de identidad culturales propias de toda aquella juventud que tanto nos ha decepcionado, al cabo de los años, en otros aspectos no estrictamente musicales.

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